sábado, 14 de noviembre de 2009

El viejo tiempo

Tienes el color del llanto, la risa opaca
Las venas y la sangre tiesa,
Rodrigo Martínez Ruiz
Tienes la mirada gris, las cejas crudas
La mandíbula roja y las mejillas blancas

Se te borró la esperanza del rostro
Y solo tienes esa dulce amargura tuya
Esa que descansa sobre el taburete del baño
Esa que dejaste arribar a mejor alma

Tienes la escasez en la piel
Se te surten los huesos a simple vista,
Y en las viejas ropas yace tu pasión,
Se perdió tu delicadeza
En los filos de la muerte,
Murió con tu mirada de gorrión

Tienes las manos impacientes
Y la voz perpetua del silencio
No vienes ni vas
Ni un ápice para unas notas
Ni un latido para respirar

Tienes la suerte de algunos vivos
Y desde el piso cuarenta y tres
Los sonidos se despiden
Y quieres ser animal
Tal vez bajar como un ave de presa
Tal vez nunca regresar.

martes, 3 de noviembre de 2009

Una historia para contar

“El niño ausente, el proletario traía en la sangre mil generaciones del peor alcohol entre los fierros, entre los sapos entre el calor casi demente del arroyo seco, arróyalo lo convencimos, lo enamoramos y le juramos que jamás se olvidaría de nosotros…”
Rodolfo Páez




Es condición humana jajajaja, cuando sientes los dientes en tu puño, el crujir de la mandíbula quebrándose a la par, la lengua palpitando en la lentitud del movimiento, la cara del enemigo se retuerce y el sudor se desprende hacia los costados en un juego antigravitacional.

Maligno gato negro, escalera y espejo roto al mismo tiempo, sangre en el suelo, en la mano derecha los nudillos raspados por la aspereza del asfalto en que arrastraste a tu victima, mientras en la otra, sosteniendo el puñal sin usar te dispones a guardarlo, está más limpio que el rostro del hijo del rey. Sentado en una esquina del callejón con las piernas cruzadas recuerdas los mejores momentos de la batalla, para mayor sorpresa no es de noche, no, este asesinato no es común, ni siquiera los interesados noticiosos y los figones se han atrevido a aparecer. No, tampoco hay forma de que se enteren, por si no te has dado cuenta la calle está sola ¡maldita sea! No, no existe la posibilidad de que los perros lo huelan entrada la noche ni llegado el amanecer, maldices al cielo y al infierno por igual.
Son las cuatro de la tarde, ni un minuto más ni un minuto menos. El bribón que yace muerto a tus pies empezó la discusión a la una de la tarde y piensas que a esta hora ya debería expeler sus fétidos gases, lo miras de frente fijo a sus hinchados ojos, le reprochas su suerte, le bendices sus pies, le veneras su cabello, su boca desnuda y siete agujeros, su lengua morada y su garganta a punto de reventar parecen cobrar vida, te asustas de repente y tomas el puñal, esta vez quieres un golpe certero, ya has gastado demasiada energía en conseguir que pelee y en acabar, al parecer, con su vida. El estómago es el lugar escogido por ti, de preferencia por su oblicua margen y porque al lugar es imposible fallar; le hundes el filo y pasa como si se tratase de un trozo de pan, continúas así hasta que tocas tu piel con la de él. Unos cuantos sonidos se despiertan del interior, es una llanta desinflándose y soltando su vaho verde gris, nauseabundo vomitivo desagradable, una ciénaga de putrefacción y animales muertos hacen erupción apenas tocas el arma con la espina dorsal.
Has logrado atravesarlo y ahora puedes estar seguro que ha muerto, lo asesinaste amigo de ojos rojos, asesinaste al bienaventurado y de ahora en más hará parte de una historia que contarás, será tuya, la recrearás a tu antojo y él tendrá nombre y tu también lo tendrás, solo recuerda, las calles son cochinas y maliciosas, vengativas, malhumoradas, cuídate porque de tajo encuentras a alguien que necesite contar su propia historia.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Shape of my heart (para leer entre lineas...literalmente)




He deals the cards as a meditation
¿Donde estás? Ya ni aparecés en las noches,
And those he plays never suspect
a veces te encontraba entre las personas como también a veces me saludabas
He doesn't play for the money he wins
de cuando en cuando te disfrazabas en la ausencia
He doesn't play for the respect
o te escondías en un día ocupado
He deals the cards to find the answer
¿Ya te fuiste? ¿Si nunca llegaste como vas a partir?
The sacred geometry of chance
Quedate un rato más, solo unos minutos
The hidden law of probable outcome
dirigite a mí como cuando nadábamos juntos,
The numbers lead a dance
hablame cerca al oído

I know that the spades are the swords of a soldier
Teneme en un sueño, que sea tuyo
I know that the clubs are weapons of war
Recordame poco en un suspiro, porque sé que siempre te pedí mucho
I know that diamonds mean money for this art
No te alejes tanto, mira que mi cuaderno ya no da más
But that's not the shape of my heart
¿Qué debo hacer? ¿lanzarme?

He may play the jack of diamonds
Si atravieso paredes y recorro calles
He may lay the queen of spades
Escalo muros, recogo ladrillos del suelo
He may conceal a king in his hand
Solo quiero quebrar una ventana
While the memory of it fades
Pero quiero que estés ahí para verme hacerlo

I know that the spades are the swords of a soldier
¿En realidad querés que lo haga?
I know that the clubs are weapons of war
Está bien, solo no me sueltes la mano
I know that diamonds mean money for this art
No lo hagás esta vez
But that's not the shape of my heart
¿Elevamos cometas? Vamos al parque,
That's not the shape, the shape of my heart
Sé que es tarde pero a esta hora podemos estar solos

And if I told you that I loved you
Prometo llevarte a casa
You'd maybe think there's something wrong
Prometo no tardar más que un par de minutos
I'm not a man of too many faces
No sabes lo que puede ese tiempo
The mask I wear is one
Prometo dejarte dormir, y cubrirte en esta noche
Those who speak know nothing
Prometo que desde mi habitación te cuido la luna
And find out to their cost
Porque recuerdo que una vez…
Like those who curse their luck in too many places
Simplemente recuerdo lo que quiero recordar
And those who smile are lost
Prometo cumplir estas promesas

know that the spades are the swords of a soldier
já, este tipo siempre me ayudó a escribir
I know that the clubs are weapons of war
nunca a nada más porque
I know that diamonds mean money for this art
para jugar a las almas gemelas
But that's not the shape of my heart
para soñar y vivir en mi sueño
That's not the shape of my heart
siempre te tuve a vos

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Así...pasó

Las banderas nacionales sudan al compás de los cánticos de año nuevo, y a pesar que de las nubes grises que se aproximan y retumban como la barriga de Satanás sobre las montañas violetas, decenas y decenas de niños con lamparitas de colores corren a través de las calles enladrilladas, opacas, mohosas, de verde lino, y yo, desde mi habitación, los miro con ansias de pasados remotos y recuerdos imperturbables.
Julio Lavallén

Recuerdo, por ejemplo, cuando la conocí. Fue una noche parecida a la que se nos aproxima, pasaban de las diez y el viento soplaba tan fuerte que las tejas de los ranchos y las ramas de los árboles crujían al punto que las personas debían inclinarse por miedo a morir aplastado. Hacía tanto frío que las rejas de la casa en donde había ocurrido un atroz asesinato, temblaban como si tuvieran vida. Mientras tanto, yo caminaba ensimismado envuelto en varios sacos y con una boina que se aferraba a mi cabeza como una garrapata hambrienta. Por el viento y lo que volaba no podía levantar la mirada, y mis ojos no podían ver más allá de un par de pasos adelante. Me dirigía a la taberna del pueblo, al centro de todo, donde todos saben lo poco que pasa, donde las miradas de alegría y tristeza se confunden en una sola. No sé que fuerzas corrompieron el destino esa noche, no sé si fue la plegaria de un anciano en su cama, el punto fue que pasó todo aquello que fuera inimaginable.
En un momento pareció que el tiempo se detenía, como si el fuerte viento pasara a una brisa casi veraniega, que las vigas y las ramas hicieran las paces. Levanté la cabeza, como buscando una respuesta, pensando que había muerto por el olor a vela, a incienso, a pureza. No la encontré, pero a su vez hallé lo más hermoso que hasta ese día había sucedido en el pueblo y en mi vida: Un ser, de femenina contextura, en su caballo y dos burros que la seguían con varias valijas (tal vez con sus pertenencias) se estacionaba como una figura errante. No me di cuenta en el momento, pero había estado caminando rumbo a la esquina de la iglesia de los comunes, que era así como llamaban a la iglesia del pueblo en ese entonces, aún hoy recuerdo que solía ser un ático de esperanza para pobres y malolientes expulsados de la buena de Dios, por hombres y mujeres con dos brazos y dos piernas, tan iguales al resto de la humanidad en sus formas.
En ese lugar me crucé con ella, se detuvo exactamente allí. Al verme preguntó el nombre del pueblo, pero por un momento olvidé hasta mi nombre, y después de varios impulsos que más bien parecían intentos de hablar de un sordo mudo, le hice saber lo que solicitaba, ella sonrío como nunca había visto hacerlo a alguien, vi sus dientes blancos, sus ojos saltones, sus labios entreabiertos. De pronto se dispuso a desmontar y presuroso le tendí mi mano, no respondió al gesto aún cuando había reparado en él y bajó con la delicadeza que solo conocíamos en los pasajes de los libros. Esa fue la primera y última vez que ella estuvo en éstas calles.
Al bajarse fue directo a uno de los burros y buscó entre sus cosas, se veía un poco desesperada, hasta alcancé a oír un pequeño chillido lastimero, como si lo que estaba buscando tuviera espinas o una lámina cortante. Al final sacó unos papeles casi amarillos y raídos por el tiempo, los miró con suma atención y pude notar que hacía una especie de cuenta mental, (ahora que repaso ese episodio, jamás supe como iba vestida, solo sé que me ahogué en sus ojos y si alguien me pregunta, tal vez podré describir su rostro.) mientras se mordía los labios. Para ese momento en las calles ya no había nadie, pero los perros, dueños eternos de la noche, que habían estado en sus refugios para escapar del frío, salieron al encuentro de la extraña. Ellos conocían a todos y cada unos de los habitantes del lugar, no éramos muchos y los que quedábamos moríamos en un quejido eterno. Todos sufríamos de haber nacido en un pueblo muerto.
Los perros la olieron por casi una hora, la examinaron al igual que a sus bestias y sus pertenencias mientras ella permanecía quieta por el miedo que le producía su curiosidad. Como no encontraron a que temer, ni un rastro de peligro, decidieron partir a los otoñales encuentros amorosos, con sus pares del otro lado de la villa grande; se fueron como habían llegado, silenciosos y levemente excitados por la aparición.
Después de la intervención canina, me propuse entablar una conversación con la extraña, intenté de nuevo musitar, pero ni siquiera pude producir una sola sílaba. Ella rió, no me gustó su gesto, pero amablemente me tomó la mano y preguntó por algún lugar donde pudiera descansar, tal vez comer y beber algo. Para ese momento yo parecía un desquiciado, con mil abrigos encima, el pelo reseco debido a las variantes del clima, se escurría entre la boina, y las uñas sucias y largas como las de un gallinazo. En medio del desastre lo primero que se me ocurrió fue señalar la taberna.
Fuimos hasta allá. Al lugar parecía que no le pasaba el tiempo, los mismos viejos sentados en las mismas bancas, los mismos borrachos y el mismo licor. Pero ella, sin tapujo alguno, corrió el aire añejo con su olor a amapola, a flor de loto, a sendero virgen, y fue directo a la barra donde el hijo del dueño atendía, con una mueca lo llamó y ordenó cerveza fría (como si todo ahí no estuviera frío).
Yo no quería hablar gracias a los intentos fallidos anteriores, pero ella inició preguntando la historia del pueblo, sus calles, sus casas, los árboles, la fuerza laboral. Conté todo cuanto pude, porque sentí que de sus ojos brotaban dos manos de gigante que me sacaban las palabras. Yo no quería hablar de eso, era como recordar el minuto en que uno muere, era como oler la sangre corriendo por la frente. Mientras tanto, yo ansiaba saber su pasado, su origen, su destino. Quería saber de ella un poco más, pero no tanto para gastarla, porque creía que era una ilusión. Así lo hizo y lo continuó por un buen rato, pero de repente algo ocurrió: ya no podía fijarme en sus palabras, ya no atendía a los sonidos de su boca, ni siquiera la cerveza que pasaba por su garganta, todo empezó a ser imperceptible y de pronto, tampoco pude notar mi respiración, mis pulmones no se hinchaban, mi corazón no latía, mis venas empezaban a secarse y mis ideas apuntaban a un par de lámparas que tenía enfrente, sólo en ese momento supe que me había enamorado.
Continuamos bebiendo, tomando a la par grandes vasos de cerveza, acabándonos la reserva de la noche; ella se desdibujaba y volvía a aparecer con la mirada en el suelo, yo intentaba tocarla, pero mis manos no respondían, se adormecían, se caían, se levantaban y volvían al vaso, lo llevaba a la boca y de nuevo el licor estropeaba las funciones de mis extremidades.

Pasaban las horas y los vasos, pasaba el hambre y el sueño, ella cada vez se hacía más lejana y su sombra se desvanecía poco a poco entre el vaivén de las puertas rectangulares. Miraba desconcertada los papeles amarillos, los examinaba, y para mí, no era más que una visión distorsionada. Minutos después se escuchó el impresionante estruendo, el soplo del viento cada vez más fuerte, y ella, volaba, lejana, con los ojos tristes y vacíos hacía otro paraje inexistente para mí, porque yo no quería creer en un lugar sin ella.

Los lamentos de los caballos, en las pesebreras, eran cada vez peores, las gallinas de los corrales cercanos cacareaban y se movían de un lado a otro, los perros con su ladrido intermitente percibían el fuerte vendaval que llegaba con una mañana oscura. Levanté de nuevo la mirada, y ella ya no estaba, la busqué entre los vasos, entre los sueños de los borrachos en el suelo, la seguí buscando desesperado tras el bao de su huída, pero no la hallé.

Hoy no solo extraño su presencia, sino también su partida, que causa en mí alborotos de vida, ella de quien nunca supe su nombre, y que sólo, muchos años después, me enteraría gracias a un fragmento de papel amarillo olvidado sobre la barra de la taberna: a Alicia respondía, y errar era su oficio.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Cuatro de la mañana

Me levanto a las cuatro de la mañana de la cama como todos los días, bajo las escaleras en sumo silencio ya que mi esposo y mis hijos duermen; llego hasta la puerta de la cocina, abro y enciendo las luces. A esta hora hace un poco de frío y se alcanza a ver rocío en las plantas del jardín.
Prendo la estufa para preparar café mientras veo como pasa el tiempo. Hoy es un día común, excepto por el hecho de haber soñado con mi hermano fallecido hace ya varios años a manos de quien sabe qué asesino. Pienso en que tal vez debí seguir durmiendo, seguir soñando hasta encontrar el motivo de su llamado, pero mejor lavo los trastes de la cena de anoche.
Entro a una habitación que se sabe es del servicio por sus diminutas dimensiones y por estar cerca de la cocina, ahí ponemos la ropa sucia además de cachivaches de todo tipo. Son las cuatro veinticinco A.M. y aun hace frío, no se escuchan ruidos en la casa, solo se oyen algunos autos que a esta hora pasan del otro lado de la avenida. Sigo pensando en el sueño, en mi hermano, en aquello que iba a enseñarme. Continúo lavando, pero las manos no me responden; parpadeo y miro a mi alrededor, al parecer estoy unos años atrás.
Recuerdo cuando él era niño, lo recuerdo porque soy la segunda de una camada de trece y él fue casi el último en nacer, nos llevábamos más de quince año de diferencia. Era yo tan mayor y la situación en nuestra casa tan precaria que mientras él jugaba con los más chicos del barrio yo ya trabajaba para ayudar a mantener al resto de mis hermanos.
Durante gran parte de los últimos años sabíamos muy bien que guardaba secretos, siempre estaba en reuniones, llegaba tarde a casa, sus amistades nunca fueron totalmente conocidas y días antes de morir los pasaría en una finca hasta su deceso. Recuerdo bien que llegué a casa un viernes y lo ví sentado, preocupado y pensativo, me dijo que si algo llegara a pasarle que buscara en el segundo cajón de su armario unos papeles, que una mujer de nombre Liliana iría por ellos y que preguntaría por mí, si era así debía entregárselos.
Después de eso no supimos de él por cuatro días. Luego un día, casi de madrugada llamaron a mi madre, tenía que ir alguien a la morgue a reconocer un cadáver.
Anoche me acosté temprano como lo he venido haciendo los últimos veinte años, siempre a las nueve de la noche. Comencé soñando algo que me había dicho mi hijo, algo del colegio y de sus amigos, de pronto a tan solo dos minutos estoy en una casa que no ha sido terminada, se ven los ladrillos y uno que otro balde de pintura vacío, sin embargo todo está limpio y huele a lluvia, a madera, a campo. Camino para tratar de reconocer el lugar y al doblar en una esquina lo veo parado frente a una habitación cruzado de brazos, lleva puesta una pantaloneta color azul, sandalias y el pecho descubierto. Sigue mirando atentamente hasta que nota mi presencia, se vuelve hacia mí, me reconoce y sonríe; baja los brazos y con la mano derecha me llama, quiere mostrarme lo que hay adentro, lo que esconde la habitación, pero yo no quiero ver, nunca fui buena para estas cosas, me dan pavor, le ruego que no me enseñe ni me diga, “no hermanito, no quiero”, tengo miedo. Había escuchado historias de muertos que en sueños lo llaman y lo invitan a irse con ellos. Tengo hijos, cosas por hacer en casa, aun no estoy lista para irme. Él insiste, no es eso, tal vez sólo me quiere revelar a quienes acabaron con su vida o el lugar donde murió, pero tengo miedo, prefiero no saber, no conocer pues no podría vivir con ese tormento. Me continúa llamando, no quiero pero me vence la desesperación, me acerco paso a paso a su lado, no miro aun al lugar que me señala. A lo lejos reconozco un sonido, no es claro pero continúa aumentando con cada latir. Son las cuatro de la mañana, es hora de levantarme.

jueves, 27 de agosto de 2009

Canción para esta noche

Y ahora, canción recomendada para esta noche, así nunca haya recomendado ninguna para otra.





Did I disappoint you or let you down?
Should I be feeling guilty or let the judges frown?
'Cause I saw the end before we'd begun,
Yes I saw you were blinded and I knew I had won.
So I took what's mine by eternal right.
Took your soul out into the night.
It may be over but it won't stop there,
I am here for you if you'd only care.
You touched my heart you touched my soul.
You changed my life and all my goals.
And love is blind and that I knew when,
My heart was blinded by you.
I've kissed your lips and held your head.
Shared your dreams and shared your bed.
I know you well, I know your smell.
I've been addicted to you.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

I am a dreamer but when I wake,
You can't break my spirit - it's my dreams you take.
And as you move on, remember me,
Remember us and all we used to be
I've seen you cry, I've seen you smile.
I've watched you sleeping for a while.
I'd be the father of your child.
I'd spend a lifetime with you.
I know your fears and you know mine.
We've had our doubts but now we're fine,
And I love you, I swear that's true.
I cannot live without you.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

And I still hold your hand in mine.
In mine when I'm asleep.
And I will bear my soul in time,
When I'm kneeling at your feet.
Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.
I'm so hollow, baby, I'm so hollow.
I'm so, I'm so, I'm so hollow.

sábado, 22 de agosto de 2009

Mi propia ella


Delgadez extrema, sabor a limón y chocolate, inteligente hecha magia, fantasía como las mismísimas hadas, benévola a su manera con el cuerpo que le fue concedido. Ella. Su alma vuela con una sonrisa, su corazón aligera el paso del tiempo y cuando habla pareciera que su mundo estuviera hecho a blanco y negro, dice que el sepia es demasiado viejo y que su existencia apenas inicia. Ella. Cuando me golpea se ríe, cuando me muerde se ríe aun más, pero cuando me besa…ya quisiera yo saberlo, solo lo imagino.
Estudia, trabaja, recrea, juega, torpea, jode, camina, come (a veces), ríe (de mí), escribe, se baña, lee, se viste, corre, habla, señala, se para, se sienta, mira, hace cuantas cosas se nos ocurran, pero nunca lo que hacemos. Ella. Toma sus letras en palabras, las aprieta en el pecho, igual que sus libros, los abraza como una última voluntad, se dirige en su imitación de piernas al aula, se detiene frente al edificio, mira hacia lo alto o al último piso, bocanada de aire, retoma su marcha. Ella. Me levanta la ceja, para mí es un saludo, y se lo devuelvo, lo hace el martes y el miércoles, lo hace el jueves y esperamos a la semana siguiente, sin embargo no es monótono por el simple hecho de hacerlo ella. Nos dejamos tres días, y el cuarto nos enteramos de nosotros mismos.
Un día me lee, y al siguiente lee a otro, por unos minutos contemplamos su mirada él y yo, no nos peleamos porque cada uno comparte su experiencia, y créanlo, es totalmente diferente. Ella. Sus ojos dan cuenta de la realidad patafísica de los sueños, su piel cuenta historias de barcos y de arañas, de amores y desamores, tiene constelaciones tatuadas y el espejo de la vida. Sus canciones viven en las manos, su sangre corre más arriba del cielo aun así tiene el mismo calor de los días de antaño. No hablo más de ella, el espacio no alcanza, el mundo es solo un lugar para vivir, y ella, sigue siendo ella.

Con mucho interés y poca pertenencia




Había deliberado desde hace más de una semana como empezar y sobre qué escribir al escuchar hablar de Buenaventura o cuando uno mismo lo hace. Imaginé un mundo lejos de todos, lleno de vida y mucha agua salada, pescado y marisco a la orden, biche, arrechón, chontaduro y una infinidad de alimentos casi inaudibles en ese español marítimo de esta parte de la costa pacífica.
Amigos lectores (si es que aún queda alguno por ahí o es solo mi imaginación de escribirme y leerme para sentirme importante) canciones han pasado por mi vida, he llorado con ellas y ellas conmigo, pero nunca había escuchado con tanta insistencia Buenaventura y Caney del Grupo Niche, casi la he desmenuzado, la he tomado en mis manos y ha empezado a derretirse, la huelo pero se me escapa, pide un poco de paciencia, ruega por un minuto de descanso, reza por un instante de tranquilidad, que la deje sola, que la deje dormir; no puedo, no tengo la fuerza suficiente para privarme de la necesidad de escucharla una y otra vez, tratar de deducir su mensaje, de captar su condición negra.
He estado mil veces sentado en un bus al lado de personas negras, corrí con la suerte de hacer el amor con una de ellas, tuve amigos y tengo familiares con su raza y aún así no estoy ni cerca de pertenecer, ni siquiera de conseguir acercarme a lo que ellos encarnan, sin embargo las ideas van y vienen, son como olas de color negro, son como pasos sobre las tablas y yo sentado, codiciando experimentar. Desde que empezaron a emigrar a distintas partes del país siempre han llevado la fuerza que los reconoce; son la madera y el martillo de todos los tiempos. Pero, ¿por qué algunos decidieron nunca salir del terruño involuntario al que ahora pertenecen?

Buenaventura es inmensa, no porque sea el municipio de mayor extensión en este departamento, ni porque sea la ciudad más grande del pacífico de nuestro país. Tampoco porque esté rodeado por más de ocho ríos, ni porque al frente goce del océano. Buenaventura es inmensa por el hecho de ser el epicentro de la cultura negra de Colombia, es el símbolo máximo de la magia y la fantasía en la tierra. Es la alegría y la diversión, es recordarnos que siempre hay un lugar para todos en este mundo.

He escuchado que se adelantan proyectos para modernizar este puerto, en el que se despacha el 80% del café y el 60% de todo el comercio internacional marítimo de Colombia. Es una de las más grandes paradojas que podrían llegar a existir y nadie sabe por qué, algunos dicen que es culpa de las malas administraciones, otros que es porque a este país aun le duele que la ciudad sea predominantemente negra, pero al parecer ninguno tiene la razón.
He sentido en el corazón el mar entero cuando las ballenas resoplan por sus orificios al llegar a las aguas pacíficas, me ha dolido la manera en que la basura llega hasta las casas. Me salta la lengua comer una empanadita de camarón, pero me arrancan el alma la pobreza absoluta y que a nadie parece importarle. Sin embargo, oler sus calles, ver sus gentes, sentir la humedad, bañarme en sus costas, comer sus pescados y beber sus licores…simplemente me enamoré de esta ciudad.
A pesar de la pobreza que vive la mayoría, manejan sus costumbres y sus días como si supieran que el mar sin ellos sería solamente agua estéril. Las ganas que le ponen en un juego de dominó golpeando la mesa, las ansias al ver a un turista acercarse, la mirada y la sonrisa cuando los niños se lanzan al mar, de esa familia en la que todos son primos, y los más chamacos sobrinos.
Escudriñé entre mis sentidos la manera más precisa de hablar de Buenaventura, traté en vano de escribir lo que observé, y al parecer no dije nada que no se supiera, no hice comentarios secretos como tampoco logré captarlos, en realidad ni siquiera tracé algo semejante a lo que es pisar “el puerto”; me perdí, igual como se han perdido los recursos que le llegan a este puerto y volví a lo mismo, pensando una y otra vez que son estas playas y escuchando Buenaventura y Caney del Grupo Niche.

sábado, 15 de agosto de 2009


violencia en el deporte, vaya sorpresa no es en el futbol sino en el tenis!

Violencia en el deporte, no en el futbol

Para los que aun piensan que el futbol es el unico deporte que genera violencia.


martes, 11 de agosto de 2009

Tenés el cuerpo de la armonía y los ojos de plata, tenés más que mi atención por esa manera tan tuya de manejar las soluciones, un poco más y desde arriba te dan la divina calidad de respuesta. Cuando caminas entre las calles todo es como una salsa o un temblor, parecés un tango limpio, parecés un avión elevándose o un ave de caza sobre el agua. Ponéle el nombre que querás que lo bailo con vos. Podés ser una samba, o una de Carlinhos, si a tu gusto está ser un flamenco o un timbal prometo profesarte mi fe. Mi garota y mi caipiriña, mi licor dorado, mi alma pasada, mi historia presente, mi futuro esperado.
Acá estoy mujer, esperando por una tarde juntos, pasar hasta la noche y consumirnos en la madrugada, estancados en la marea abrazados en una frazada de pasión. ¿Cómo hago para dejar de soñar?
Hace un tiempo nos miramos a los ojos, te mire tan adentro que ya no quiero salir. Sos mi sobrenombre eterno, mi Merlita Monroe, por favor dejáme aunque sea por esta noche ser tu Carlito Marrón, te canto un son cubano, te paseo en la arena y te soplo el sudor, te limpio las malas ideas, te secuestro en mi tambor, te busco la orquesta y te dejo hecha canción.
Mi mulher en Belo Horizonte, mi garota no Rio, vocé conmigo en el país de las voces, de isla en isla coronando reyes, de isla en isla pescando trombones, viajando de invitación a anfitriones.
Dejáme te coloreo la piel, te pinto mejor que al arcoíris para que volés más arriba. Dejáme ser tu mortal decidido, tu sombra enjaulada, tu reflejo oscuro y tu ojo cerrado. Quiero pertenecer a tus lados, que me reconozcas en el horizonte que me escuches en una nube.
Aunque no lo creas sos mi política honesta, mi niña tranquila, mí veintinueve de febrero, mí viento sin tierra, mi relámpago sin trueno, mi accidente sin heridos, sos mí estrella caída, mi otoño verde, mi voz sin eco, mi zancudo paciente, mi brillo nocturno. Aunque no lo creas sos mi reina humilde, mi castillo de madera, mi pantano seco y mi cama sin colchón, porque aunque no lo creas vos también sos mi deliciosa excepción.

domingo, 2 de agosto de 2009

La Julieta

Quien como vos Julieta, que me arranca el corazón y lo deja sobre el escritorio. Quien como vos que me despierta en la mañana con la sonrisa en las manos. ¿Como hago para declararme todas las noches a tu voz sin dejar de sentir amor? Como haces para complacerme en la luna más calurosa, y en los días más oscuros. Decíme mujer de mil rostros, si el secreto de tu piel es simple capricho de la eternidad. Contáme si tus dedos te hacen coro y como juegan con tu guitarra. Que hermosa sos divina presencia de Dios en la tierra, alma de la alegría y actriz de momentos. Como hago para revivir en tus pasos sin desmoronarme en la huída. “La milagrosa” te llamaron, te nombraron como debe ser nombrada la tierra bajo los altares de la música. Si entre quienes vayan a recordarte no esté yo ahí, discúlpame pero la distancia hace estragos en mis bolsillos porque desde que nací hice un voto involuntario de pobreza, sin embargo levantaré un brillo, alcanzaré las estrellas y te bajaré la galaxia para vos. Prometo recordarte en un listón, estaré presente en tu corazón, el triste no seré yo, porque será el primer día el mejor de todos. Gracias Julieta, me has salvado la noche.

Mis días

Ayer estuve dramático, desde que me levanté hasta que casi muero en la noche, en la tarde el viento me quemaba los labios y los secaba a pleno sol; crucé una calle cualquiera en medio de un tango oscuro, me dediqué al olvido sentado en la acera, me acompañaba un perro cualquiera sin ánimos de entablar una conversación, total los perros callejeros cuentan historias demasiado largas y se quejan todo el día de los conductores. No se me antojaba andar psicoanalizando a un animal con tantos problemas.
Hoy estoy artístico, quemé varias pinturas para verlas y reconocerlas en las cenizas. En un clavel bebí café, comí esquirlas de mariposas y vomité ciempiés amarillos. Dediqué varias horas a reformular el dadaísmo, pero solo conseguí burlarme de mí mismo. Por largo rato observé e indagué al paraíso, en whiskey me bañé con Marcel Duhamp, y sentí necesidad de usar su Fountain. Hablé francés como poseído mientras me respondían en alemán. Garabatee sobre uno de Magritte y le corté el bigote a Dalí.
La semana pasada estuve pedante, si te me acercabas no te mordía de asco. Tuve una pequeña discusión con los hombres del mundo, me lanzaban gatos porque era lo único que tenían a mano. Nadé con una ballena y charlamos mientras cuidaba a su ballenato. Me jacté de mi asombrosa compresión e inteligencia. En el boxeo golpee a Einstein, y dejé caer a Newton en su gravedad. Han pasado muchas vidas en mi vida, muchas estaciones y ganas de cosas.
¿Sabes? La verdad no sé como estaré mañana, podré ser amigo o novio, esposo o perro, podré estar triste o querré volar por encima de tu canción, tocar tu guitarra y darte un beso, tal vez una serenata en el balcón de tu orgullo. Mañana estaré como la melodía suene, como bien me agarren los olvidos o como bien duerma mis sueños. Cuando amanezca me miraré al espejo y como esté, juro no estar muerto.

martes, 28 de julio de 2009

El viaje

Estábamos en el carro hacia rumbo fijo, habíamos hecho el plan para no pagar peaje ni de ida ni de venida. Mis cómodos camuflados que me llevan hasta donde quiero, las sandalias parcas y mi alma de obrero hicieron de este hombre un aventurero involuntario para este viaje, esperando que nunca tuviera regreso.
Íbamos a más de ciento veinte por la carrera, atravesamos ríos, puentes, gente, atravesamos nuestras vidas, nos unimos en la misericordiosa huída del tiempo, y nos colmamos de tanta belleza que casi nos sentimos alienados.
Eran las 3:40 de la tarde cuando inició nuestro viaje, apenas se alcanzaban a ver algunas nubes y el cielo, tan azul, que no aguantaba más el sol. Éramos solo dos y ella conducía. Mientras tanto yo, inmerso en las montañas del Valle, me preguntaba que sueño tarareaban ellas todas las noches, que esperanzas tenían cuando caía el día y sobre todo, ¿como lograban sobrevivir esas pequeñas casas entre los árboles?, dicen que la tierra lo da todo, desde agua hasta comida, pero también, ¿que tanto aguantará que la violen, que la ultrajen, que la penetren y la dejen usada y sin más utilidad que el resguardo de prófugos que por ahí la guerra los mandó?
En nuestro viaje adelantamos en curva, sobrepasamos camiones, recorrimos distancias sin necesidad de tiempo, y a mi derecha el vasto resplandor de los rayos del sol entre las nubes que se habían posado sobre la punta de las pendientes más altas. Nos nublamos con el paisaje mientras al fondo sonaba una de Bosé, la mejor, diría yo.

El recorrido continúo por media hora más, esquivando cualquier indicio de peaje e intentando no perder de vista la majestuosidad del lugar, y claro, sin perdernos en el trayecto.
El viento en la ventana golpeaba tan fuerte que parecía que se fuera a romper, sin embargo no fue suficiente para que yo dejara de sacar mi mano y recordar los mejores años de mi vida, cuando las preocupaciones no pasaban de la tarea de sumas y restas sin hacer para el día siguiente.
Las épocas de mi vida pasaron en un abrir y cerrar de ojos, cuando de pronto, mi compañera cuestiona sobre la existencia del amor y las vanidades de los malditos, empezamos con nuestra charla y la terminamos al llegar al primer pueblo en el que visitaríamos a una amiga.

Salimos de su casa, y gracias al hermano, pudimos llegar al destino, siempre con la cara del sol sobre nuestra espalda, y con el pequeño temor hacia los habitantes. Después de quince minutos de viaje, vimos el espectáculo más deplorable de todo el recorrido, la basura y las personas, la cantidad de niños orinando y de abuelas con trajes de baños de quinceañeras, las señoritas y sus monstruosos novios, la cara de desesperación de los caballos y el camino a punto del suicidio.
Parecían salidos de un video musical de cualquier loco de la nueva ola. Sin embargo, y gracias a los esfuerzos de mi viajera y adorable amiga, logramos escalar entre tanto bullicio. Caminamos al borde de la carretera hasta llegar a un remedo de barranco, desde donde se puede ver lo que habíamos hecho abajo, pero fue al momento de alzar la mirada cuando comprendí que la belleza no se expresa con palabras, que el amor no es más que una mirada a la creación, que la dulzura no se compara con lo ingenios, y que el temor es tan solo una dicha del azar.
Los rayos del sol desplegaban sobre las carreteras su omnipresencia, las personas eran como ronchas en un niño con varicela, pequeñas y molestas. Los autos parecían manejarse solos, y desee que pronto esas bestias fueran a chocarse entre ellas en una especie de apareamiento reprochable.
El cielo, el sol, las nubes, las montañas, las vacas, las cabras, los perros, y otros tantos se pavoneaban de su maravilloso orgullo, de su amor a sí mismos.

Ahí estábamos nosotros, con la mirada puesta en el cuadro, de pronto nos miramos profundamente en un beso sin labios y nos autoproclamamos amantes del horizonte. Salimos del lugar para nuestro espantoso retorno y el regreso a mi estúpida realidad.

Del norte salimos al sur y del oeste nos devolvimos por el este, y de las realidades de este viaje lo único que queda claro es que no fue un sueño, de la fecha solo puedo decir que desee que no existiera el tiempo, porque no hay nada mejor que maravillarse con la inmensidad del segundo en medio de la belleza.

jueves, 23 de julio de 2009

Acá les traigo dos videos que me han hecho saltar el corazón. El primero, es decir el que está abajo, es una recopilación de artistas callejeros de diferentes partes del mundo que cantan temas para cambiar el mundo, el jueguito este se llama Playing for change y lo coordinó un man llamado Mark Johnson. La base del proyecto es unificar a los hombres y mujeres que por siglos han estado apartados a razón de la religión y la política.
La música es la oración hecha por el alma. Nada es mejor para describir los sentimientos y la profundidad de ellos que este instrumento de vida. Dios mio, si me vas a quitar un sentido, déjame quietos los oídos.
El segundo es un video con una recopilación de imágenes de uno de los grandes del cine mudo, Buster Keaton y la canción se llama...no sé, pero el grupo es, por si quieren buscarlo Pixies.

domingo, 19 de julio de 2009


¿Listos?

Desde la tuya hasta la mía: Prefiero mi arte antes que matarte

Desde la tuya hasta la mía: Prefiero mi arte antes que matarte

¿Listos?

Prefiero mi arte antes que matarte

Dicen, los que les preocupa el mal comportamiento de algunos individuos en sociedad, o en donde quieran, que el sarcasmo es una manera de defensa, un escudo hecho arte, una forma desprevenida y atenuada de dolor y miedo, inseguridades y temores, una burbuja sumergida en el mundo, puesta a disposición de los mortales para dar alivio y servir de masturbación a los que quieran huir del resto. Continúan diciendo (mi única fuente de esto fue lo que interpreté de ocho líneas), que con el sarcasmo se desgarran los sentimientos de quienes intervienen en una conversación entre pares amantes de estas artes, entonces? No se metan, es mi único consejo.
Sin embargo no he logrado aun verificar que dos o más sarcásticos puedan estar juntos tanto tiempo, necesitan de aquellas almas puras que volverán en pena, o si lo quieren mejor, los volverán en trabajadores de lo inusual. Por donde lo vean, al parecer este método caballeroso (por lo de la armadura) les resulta lo más de cómodo a quienes lo practican y aterrador a quienes, por suerte de los accionantes, se convierten en victimas. Es ante todo, un alividor de tensión, de rabia, un canal de desagüe, una vía alterna en el camino a la desesperación. Pueden llegar a matar de las maneras más horribles, acabar con todo alrededor con un bate, quemar al mundo entero si los provocan.

Seamos amables con quienes creemos sufren de este “mal”, pues no salpican más que un poco de su rabia, no hacen soltar más que una pequeña lágrima en las mentes más sensibles. No los malinterpreten, porque al igual que ellos, prefiero ser sarcástico antes que tener que matar.